jueves, 12 de junio de 2008

Amenazas procedentes del desarrollo, la sobreexplotación y los usos múltiples

En Estados Unidos el humedal de los Everglades, situado en el estado de Florida y con una extensión de 6.097 km2, se encontraba en peligro debido al desarrollo económico de la zona antes de que ésta fuese declarada parque nacional en 1947. Pese a ello, continuó la construcción de canales y diques para proporcionar abastecimiento a las poblaciones situadas aguas arriba del parque, lo que supuso el estrangulamiento poco a poco de esta región pantanosa. Las canalizaciones alteraban el flujo natural del agua del lago Okeechobee, que alimentaba el frágil ecosistema del parque, hacia los Everglades. Las granjas cercanas al parque agravaban el problema utilizando otros flujos naturales para regar sus cosechas y devolviéndolos luego al parque contaminados con fertilizantes. En un intento por restaurar los flujos naturales del parque, el presidente Bill Clinton autorizó en la década de 1990 la expropiación federal de 510 km2 de terreno agrícola adyacente.

La actividad minera y la contaminación de los acuíferos consecuencia de aquélla amenazan a varias reservas en la India. En 1992 se permitió la explotación minera en el interior de la Reserva de tigres de Sariska (1958), que tiene una extensión de 492 km2. La tala, que destruye los hábitats forestales y contamina el agua al permitir la erosión del suelo, y algunos proyectos hidráulicos para regadío y previsión de inundaciones fueron permitidos en la Reserva de tigres de Melghat (1985), que se extiende por 1.598 km2.

La caza y la tala amenazan, asimismo, áreas protegidas en el norte de Argentina, mientras que el turismo masivo degrada sus parques y reservas meridionales. La ganadería extensiva perjudica otras áreas protegidas en todo el país.

A medida que el número de visitantes a los parques nacionales de todo el mundo aumenta, crecen también los conflictos entre turistas, científicos y la naturaleza. Los coches, los camiones y los vehículos de recreo atestan los destinos más populares, ensuciando el entorno natural con emisiones contaminantes, basura y ruido. Los grupos numerosos de excursionistas deterioran las sendas de los parques. Muchos visitantes destrozan plantas autóctonas al salirse de las rutas convenidas, y otros llevan consigo otras plantas exógenas que son peligrosas para las especies del lugar.

Los furtivos no respetan los límites de los parques y reservas nacionales. En África, el rinoceronte negro se enfrenta a la extinción porque los furtivos venden sus cuernos, apreciados en la medicina tradicional de la región. Se matan elefantes por su marfil a pesar de la prohibición mundial en cuanto a su tráfico. Tanto los elefantes como las jirafas son cazados por su carne. Se capturan loros salvajes y reptiles para venderlos como mascotas, cocodrilos y serpientes por su piel, y monos para ser vendidos a circos y parques zoológicos.

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