jueves, 12 de junio de 2008

Videos sobre la conservación de algunos animales

El tatu carreta


El tatú carreta es un mamífero de Argentina que por sus características, es tenazmente perseguido por cazadores furtivos para consumir su carne o para venderlo a zoológicos privados o coleccionistas que han llegado a pagar por un ejemplar vivo hasta 250.000 dólares. La especie se encuentra en peligro de extinción y, al respecto, se han dictado leyes que contemplan su protección.

El tatú carreta (Priodontes maximus) es un mamífero de nuestra zona, pariente de las mulitas y el peludo, que llega a medir 1,60 m de largo y pesar hasta 60 Kg. Por sus características, es tenazmente perseguido por cazadores furtivos para consumir su carne o para venderlo a zoológicos privados o coleccionistas que han llegado a pagar por un ejemplar vivo hasta 250.000 dólares.

Por estos motivos, a los que se le suman la destrucción paulatina de su hábitat natural, la especie se encuentra en peligro de extinción y, al respecto, se han dictado leyes que contemplan su protección, existiendo además como en nuestra provincia, reservas naturales para preservar su hábitat.

Sin embargo, nuestro Monumento Natural Provincial debe esforzarse doblemente para sobrevivir en su propio territorio.

El 13 de julio de 1969, un ejemplar hembra de tatú carreta, fue capturado por técnicos del entonces Departamento de Caza y Pesca de Formosa, en las inmediaciones de la localidad de Laguna Yema. El animal pesaba cerca de 55 kilos y medía 1,52 metros de la cabeza a la cola.
El titular del Departamento de Caza y Pesca, autorizó el traslado del extraordinario ejemplar al jardín zoológico de la ciudad de La Plata (Buenos Aires) atendiendo a un convenio existente entre las provincias de Formosa y Buenos Aires que preveía el intercambio de especies para su estudio y posible difusión en cada zona.

El raro ejemplar fue trasladado en una jaula, en la caja de una camioneta, tapado con mantas y frazadas. En su viaje hacia el destino elegido, pasó por Buenos Aires, fue exhibido al público y, finalmente, alojado en el zoológico de La Plata.

Acosado por el frío, la poca y mala alimentación y el cautiverio, después de estar un corto tiempo enjaulado encontró su destino final: la muerte.

Veinticuatro años después, a fines de mayo de 1993, pobladores rurales de la localidad de Fortín Lugones, capturan otro ejemplar de tatú carreta, el cual es entregado a las autoridades de la Dirección de Fauna de la Provincia quienes, esta vez, decidieron alojarlo en la Reserva de Animales Silvestres Guaycolec.

El lugar de alojamiento cambió, pero la falta de memoria no, y así, tras un mes de discusiones, de idas y venidas, el tatú, debido a la mala alimentación y al cautiverio, fue extraído de su improvisada cueva muerto.

Esta circunstancia motivó el arribo a nuestra ciudad del por entonces Director Científico del Zoológico de Buenos Aires, el doctor Enrique Romero, quien entre otras cosas dijo: “A especies como las del tatú carreta se las debe proteger dejándolas en su hábitat natural, o sea, al revés de lo que comúnmente se hace”. Además, al término de una recorrida por la Reserva Guaycolec manifestó: “No es una reserva sino un mal zoológico”, y recalcó: “Los encargados de un parque zoológico o de una reserva deben ser profesionales con alta sensibilidad y vocación por lo que hacen”.

Estos antecedentes hacían suponer que la Dirección de Fauna de la Provincia tomaría los recaudos necesarios para que no se repitan estas lamentables acciones y cumplir realmente con las funciones que, entre otras, le atañen como la de proteger nuestro patrimonio faunístico.
Pero el 27 de marzo de 2004, en las inmediaciones de la localidad de Tatané, se captura un nuevo ejemplar de tatú carreta que pesaba aproximadamente 40 kilos. Nuevamente la Dirección de Fauna se hace cargo de la situación y esta vez decide alojarlo en una habitación de una curtiembre privada que opera en el Parque Industrial de esta ciudad hasta decidir qué hacer con él.

A través de una serie de declaraciones que en distintos medios periodísticos ofrecieron autoridades y miembros de un grupo ecologista local donde manifestaron no saber absolutamente nada sobre las costumbres ni hábitos alimenticios de la especie, quedó claro que el futuro del animal estaba una vez más librado a su suerte en manos de quienes contaban ya con antecedentes plagados de desaciertos.

La historia se repitió, con la variante de que entre el 1 y el 2 de abril de 2004, pocos días después de su hallazgo, según declaraciones oficiales, el tatú carreta se escapó, corriendo las guías que trababan las puertas de su improvisado alojamiento mientras su cuidador no estaba.
La noticia de esta nueva lamentable pérdida se dio a conocer al público más de diez días después de ocurrida. Las razones nadie pudo explicarlas satisfactoriamente.
Distintos medios periodísticos locales difundieron el hecho, pero lo que no se mencionó es que la Legislatura de la Provincia de Formosa sancionó en 1993 la Ley 1.038, en la que se declara al tatú carreta Monumento Natural Provincial con el objeto de lograr la protección y recuperación numérica de la especie considerada amenazada, por lo que deberían haberse extremado las medidas de seguridad dispensadas.

Tampoco se entiende el empecinamiento en insistir con mantener estos ejemplares en cautiverio cuando las experiencias anteriores y las recomendaciones dadas por expertos 10 años atrás dejan clarísimo que el tatú carreta no soporta el encierro en jaulas ni en zoológicos mal acondicionados.

Por otro lado, en nuestra provincia y por Ley Nº 17.916 se crea en el año 1968 la Reserva Natural Formosa, ubicada en el Sudoeste de la Provincia, donde el tatú carreta es el símbolo, siendo una de las pocas áreas protegidas que lo amparan en el país junto a otras especies en peligro de extinción y donde, en definitiva, estos ejemplares deberían haber sido reinsertados.
Pero lamentablemente, las cosas no funcionan así en Formosa, la reserva existe, pero a nadie le interesa, las leyes están, pero nadie las cumple ni las hace cumplir. Puede más la soberbia de un funcionario de turno que supuestamente lo sabe todo, pero que en realidad termina haciendo cosas como las mencionadas, sin acusaciones, sin responsabilidades y sin culpas.
Es tiempo de que todos tomemos conciencia; aprender de los errores cometidos, dejar de lado la soberbia y trabajar juntos responsablemente para preservar nuestro patrimonio natural provincial en todos sus aspectos porque, en estos casos, la ignorancia, el desinterés y la desidia pueden ser tan letales como un arma de fuego.

El venado de la Pampa



Hacia fines del siglo pasado el venado comenzó a sufrir una reducción numérica muy intensa. Su distribución geográfica anterior era mucho mayor, cuando gran parte de la pampa argentina estaba dominada fundamentalmente por indígenas quienes cazaban a estos cérvidos para cubrir sus necesidades sin perturbar (o formando parte) el equilibrio natural. Era tan común que se los hallaba por millares, tanto, que para citar un ejemplo, Justo P. Sáenz en 1898 comentaba: "podían verse Venados a ambos lados de la vía del ferrocarril Pacífico, en su travesía al sur de Córdoba, y en los partidos fronterizos con la pampa central saltaban las gamas como lo hace hoy la tucura entre la alfalfa". Gama es otro de los nombres comunes de estos animales.

El hombre blanco desarrolló la caza de venados desde comienzos de la colonización. Esta llegó a adquirir cierta importancia, así por ejemplo, durante el periodo de 1860-1870 fueron exportados alrededor de dos millones de cueros de esta especie.

Luego de las exportaciones contra los indios, al quedar toda la pampa disponible para el desarrollo agroganadero del país, esta se vio poblada por colonos, lo cual trajo graves consecuencias para la fauna local. Entre las cuales se citan:

- Reducción de las áreas disponibles en su distribución natural para alimentación, refugio y cría.
- Cambios en la fisonomía de la pampa por pastoreo, roturación de la tierra y cultivo.
- Introducción de especies exóticas, domesticas para explotación (ganado vacuno, lanar, porcino, etc.) y especies silvestres para la caza deportiva (ciervos euroasiáticos - colorado, dama, axis -, jabalíes, etc.).

La consecuencia de esta importación es la introducción de enfermedades desconocidas para los venados y la falta de adaptación y medios de resistencia a ellas. Además se origino una competencia por el medio antes inexistente. Agrava esta situación la existencia de perros y cerdos cimarrones (fauna domestica que ha regresado al estado salvaje) que desprendan las crías del venado.

Es frecuente oír decir que a los perros en el campo no se los alimenta "se alimentan solos de lo que encuentran por ahí", muchos Venados, aun adultos, hallaron su fin de este modo.

- Intensificación de la caza deportiva y seudodeportiva (depredación descontrolada). Se llego, por ejemplo, a proponer una formula para la medición de los "trofeos" de Venado; propuesta hecha en 1974 cuando se calculaba que la población total de estos era menor que la actual.

- Intensificación de la caza comercial que se realizaba para explotar su cuero y extraer de su estomago las "piedras bezoares" de supuestas propiedades medicinales.

Todas estas causas contribuyeron a la reducción numérica del Venado de las Pampas; las mismas, lamentablemente aun persisten.

Así a partir de su distribución original alrededor de 1930 solo quedaban venados en la provincia de San Luis, posiblemente parte de La Pampa, sierras de los sistemas de Ventania y Tandilia y costa de la provincia de Bs. As. El Venado fue reduciéndose geográficamente y numéricamente cada vez mas, permaneciendo en aquellos lugares que por sus características (baja densidad de población humana, baja utilidad agropecuaria, ausencia de ganado, etc.) o por ser estas áreas marginales, podría sobrevivir sin interferencias y libremente.

Actualmente las poblaciones se hallan reducidas a unos pocos animales que, según las ultimas estimaciones son de: 150-200 en la zona de la bahía de Samborombón, 150 al sur de mercedes, San Luis, y 20 en la estancia "La Corona", partido de Chascomús. En el año 1975 fue descubierta una pequeña población de unos 15 a 20 Venados en los alrededores de Punta Médanos. Debido a la falta de protección adecuada y la construcción de la Ruta Interbalnearia que atraviesa el área que ellos habitaban, dicha población ha sido virtualmente extinguida. Si se tiene en cuenta que desde mediados del siglo XIX a la actualidad la población se redujo de varios centenares de miles a no más de 400, es fácil entrever el inminente peligro de extinción en que se hallan estos animales. Es por esta razón que la Dirección de Recursos Naturales y Ecología ha encarado la creación de una Reserva Natural e Integral en una fracción de la costa de la bahia de Samborombón y realizar los estudios pertinentes a su conservación, así como la búsqueda de un método eficaz para lograr el aumento numérico de las poblaciones existentes, a fin de que estas criaturas que fueron tan comunes en nuestras pampas vuelvan a poblar los campos.

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